"El yoga tiene un principio, pero no un final" - Geeta Iyengar
- chandrayogaiyengar
- 13 ago 2023
- 7 Min. de lectura

El Yoga no es un ejercicio, es una exploración. Las asanas no son posturas
estáticas, sino un diálogo dinámico con tu cuerpo, diálogo que cambia todos
los días. El Yoga no tiene que ver con lograr un resultado como flexibilidad o
salud. El Yoga es un camino de vida para profundizar en la inteligencia de tu
cuerpo.
En cada asana buscamos algún grado de no esfuerzo dentro del esfuerzo.
Esto se consigue con el correcto alineamiento permitiendo que tu cuerpo se
soporte cada vez más en su estructura esquelética en lugar de solo esfuerzo
muscular, y también a través de un tipo de memoria somática que se adquiere
a través de la repetición.
Es siempre bueno preguntarse cada vez que te encuentres en una asana,
cuánto esfuerzo muscular puedes suprimir manteniendo la postura intacta.
Elimina el esfuerzo muscular innecesario. No permanezcas estático en el
asana, siente donde te encuentras y haz algo. Constantemente siente donde
están tus límites e intenta empujarlos gentilmente. En cada postura, busca un
mejor estado, un estado de menor esfuerzo.
Cada cuerpo es distinto. Algunos individuos siempre van a ser menos
flexibles que otros. Una menor flexibilidad no impide ser un practicante
avanzado de yoga. La flexibilidad más importante es la flexibilidad mental y
emocional. En el plano físico, lo importante es si puedes ejecutar las acciones
y alineamientos necesarios para respirar profundamente en cada asana y si
puedes ejecutarla con un esfuerzo cada vez menor.
Todos nosotros vivimos en una caja llamada cuerpo. La rigidez de nuestros
isquiotibiales es solo una de las fronteras o límites de nuestra caja. La
práctica del yoga nos permite ampliar las fronteras de nuestra caja, de modo
que podamos vivir con un poco más de libertad, con más sensación de
comodidad, como viviendo en una caja cada días más grande. Las asanas
están diseñadas para tener un efecto físico y mental, que no depende de
tu capacidad de flexión en Paschimottanasana, o de si puedes tocar tus
dedos de pie en Uttanasana.
El aspecto importante del yoga es recibir los beneficios de las asanas en
pequeñas dosis diarias durante años.
El solo contorsionismo no es yoga, tampoco lo es si practicas yoga sin
extender la inteligencia a cada parte de tu cuerpo, o si se lo realizas desprovisto de espiritualidad. Lo que hace que sea yoga, no es lo que se hace, sino cómo se hace.
Los detalles sutiles de las alineaciones de las asanas pueden ser tan numerosos
como para hacer imposible concentrarse en muchos de ellos a la vez.
Afortunadamente, esto no es necesario ni conveniente. Es perfectamente
razonable elegir ciertas alineaciones y concentrarse en ellas durante un
determinado período de sesiones prestando menos atención consciente a las
demás. Mediante la repetición y la madurez de la práctica, nuestras
células profundizan en el aprendizaje y nuestra conciencia se expande por
todo el cuerpo, muchas de las alineaciones se producen más o menos
espontáneamente o habitualmente sin pensamiento consciente.
No vayas a lo más profundo de la postura de golpe. Muévete lentamente y
gradualmente hasta tu posición más profunda. A medida que comienzas a
realizar un asana, siente el primer estadio de tensión o el límite al que hayas llegado. Realiza una pausa en ese lugar, y relájate en ese límite. Clarifica tu postura y espera a que las sensaciones de estiramiento, dolor o tensión se eliminen un poco. A continuación, vuelve a profundizar un poco más en la postura hasta que encuentres un nuevo límite. Pausa de nuevo, respira.
Repite este proceso una y otra vez hasta llegar al límite final para ese día en
particular, cuando las sensaciones de tensión ya no puedan ser liberadas con
más pausas.
Después de haber realizado todos los ajustes y acciones que conoces en una
asana, es entonces cuando comienza la práctica de esa asana. Necesitas
permanecer en la postura el tiempo necesario para suavizar y ablandar cada
uno de tus bordes. Resiste la tentación de salir de la postura cuando has
hecho todos los ajustes que sabes hacer. Mantén la posición y esperar a que la señal interna te indique que es el momento de salir de la asana. No existe la postura final. Siempre aparecen nuevos límites.
Es inútil recomendar tiempos de permanencia en cada asana. La duración
depende de tu experiencia, de tu nivel de práctica, de tu nivel de energía de
ese día, de la dificultad del asana y de tu constitución personal. 30 segundos
en Adho Mukha Svanasana puede ser suficiente para una persona y en
cambio pueden ser necesarios 5 minutos para otra persona por su
constitución. Es imposible recomendar una duración apropiada para todo el
mundo.
Permanece en cada asana, tanto tiempo como te sientas integrado, sólido,
sublime y cambia a otra postura cuando esas cualidades se desvanezcan. En
otras palabras, permanece en cada postura hasta que sientas que estás
perdiendo esas cualidades. Esto no significa que salgas rápido de una asana
porque te sea difícil o incómoda. Solo significa que no debes mantener la
postura un tiempo innecesariamente prolongado si has perdido la atención o
si no eres capaz de extender tu inteligencia en cada parte de tu cuerpo
con claridad.
A menudo se desprecia la importancia de las asanas de pie. Las asanas de
pie desarrollan fuerza y flexibilidad de las piernas y de la cadera aumentando
la movilidad pélvica. Las asanas de pie no son un ritual para principiantes, son
el método más seguro y el mejor método para desarrollar la flexibilidad de las
piernas (especialmente isquiotibiales) necesarias para las flexiones hacia
delante. Si tus isquiotibiales están rígidos, tu pelvis no puede ir hacia adelante
impidiendo las flexiones adelante.
Si intentas Padmasana con las caderas rígidas, sin rotación externa estás
pidiendo tener una lesión en tus rodillas. No debes intentar Padmasana hasta
que tengas la adecuada flexibilidad de la cadera, por ejemplo, apoyando las
rodillas en el suelo en Baddhakonasana.
Esta flexibilidad de la cadera e isquiotibiales se cultiva principalmente por la
práctica de las asanas de pie (aunque también hay otras asanas que son
útiles).
Clásicamente comenzamos cada asana hacia el lado derecho. En cada
postura en lugar de ir cambiando de una lado a otro, debes permanecer más
tiempo sobre su lado malo o menos flexible que sobre tu lado bueno. A
medida que aumenta tu inteligencia en el cuerpo, empezarás a sentir más y
mejor cual de sus dos lados está mejor en cada asana. Trata de igualar tus
dos lados. Como el Sr. Iyengar ha dicho, cuando un lado del cuerpo lo hace
mejor que el otro lado, el lado que mejor lo hace tiene que convertirse en el
gurú del otro. Si alguna parte del cuerpo está dolorido de la práctica de ayer, es bueno volver a trabajar la misma zona con la misma postura, llevándole
nueva luz. Para aprender yoga tendrás que soportar un poco de incomodidad,
no todo se puede aprender con total comodidad. Sin embargo, el objeto de la
práctica del yoga no es causar dolor, sino aliviarlo y lo más importante es
prevenir.
Incorporar buenos hábitos posturales en tus actividades cotidianas te ayudará
en tu práctica de yoga y viceversa. Cuando te sientes en una silla, si es posible
dobla tus piernas en Sukhasana o Ardha Padmasana. Sentarse con las
piernas cruzadas en una silla o en el suelo tanto como te sea posible, te
ayudará a flexibilizar tu cadera. Asegúrate de sentarte en los bordes frontales
de tus isquiones, no en la parte posterior de la pelvis, o peor aún sobre los
músculos del glúteo. Sentarse sobre tu sacro produce que tu pelvis y tu
espalda baja se redondeen, colapsando tu pecho. Alarga tu tronco frontal
cuando te sientes. Eleva el esternón hacia el cielo. Si tus pies están en el
suelo, siéntate en la parte frontal de la silla, manteniendo la curvatura cóncava
normal de tu espalda baja. Permite que tus hombros caigan naturalmente
hacia abajo, lejos de tus oídos.
No es malo usar el respaldo de la silla de apoyo si lo usas correctamente, con
las nalgas en la parte posterior de la silla manteniendo la curvatura normal de
la lordosis lumbar, en lugar de redondear la zona lumbar. Muchas sillas nos
obligan a sentarse a nivel de nuestros muslos, o peor aún, con nuestras
rodillas más altas que las caderas. Esto provoca que la pelvis se incline hacia
atrás y la espalda baja pierda su concavidad natural. Siéntese sobre una toalla
o una almohada para elevar la pelvis si es esto lo que le ocurre.
Las extensiones masajean las glándulas renales y nos energizan. Son
estimulantes emocionalmente. Las flexiones hacia delante son calmantes;
son posturas para entregarse, para postrarse. Las extensiones son posturas
de extraversión. Las flexiones son posturas de introversión.
Una vez que consiga realizar los ajustes principales y más bastos, puede
empezar a trabajar en las acciones más sutiles. A veces, una asana puede ser
demasiado desafiante para permitirle trabajar en las pequeñas acciones
individuales de cada parte del cuerpo. En este caso, es posible que necesite
usar soportes o modificar la postura para eliminar algunos de los retos y
dificultades que le permitirá trabajar en las pequeñas acciones más
concretas. Uno de los grandes regalos del Sr. Iyengar al yoga es el uso
minucioso de soportes y modificaciones de la postura. Una vez que integra
estas pequeñas acciones individuales, puede volver a la postura completa sin
apoyos y sin los problemas inherentes de la postura en su conjunto.
Saltar juntando y separando los pies es el método clásico para entrar y salir
de las posturas de pie. Si decide hacerlo, debe hacerlo con ligereza y aplomo.
Saltar ayuda a empezar y finalizar las posturas de pie simétricamente y debe
de ser experimentado para ser comprendido. Cuando salta separando las
piernas separadas, haga que la acción ocurra en la parte posterior de su
cuerpo, brazos y piernas, no con la parte frontal.
Expanda su columna vertebral en todas las posturas. No comprima la parte
frontal de su cuerpo, especialmente en las flexiones. Esto inhibe la respiración
profunda. Al igual que alarga la parte frontal del tronco, también debe alargar
la parte posterior de su cuello. No permita acortar la parte de atrás de su
cuello en cualquier asana, incluso en la extensión más profunda.
En cualquier asana, presiona contra el suelo con cualquier parte del cuerpo
que esté sobre el suelo, fusionate con el suelo. Esto incluye, por ejemplo, las
espinillas en Ustrasana y las manos y los pies en Adho Mukha Svanasana.
Tu respiración debe ser natural en la mayoría de las asanas (algunas como
Karnapidasana inevitablemente puede limitar un poco la respiración). Siempre
hay una tendencia a suspender la respiración cuando realizamos un cambio
de postura. Recuerda respirar en todas las asanas. La inspiración es el
momento para alargar la columna vertebral y la espiración es el momento
para profundizar la asana. En general, a la salida de un asana se debe inhalar.
Mantén tu sistema digestivo tan vacío como sea posible antes de cada
sesión. Es imposible recomendar el número de horas entre tu última comida y
tu práctica, porque este tiempo va a depender del tamaño de la comida y de la
rapidez de tu propio sistema digestivo.
Mantener un profundo sentido de humildad te ayudará en tu proceso de
aprendizaje del yoga. Es importante recordar que ningún camino o escuela
tiene el monopolio de la verdad.
Hay excelentes y malos practicantes en todas las escuelas de yoga. Madurez
en tu práctica significa respetar los caminos de otras personas y reconocer
sus méritos incluso reconociendo que su camino esté carente de algunos aspectos.
Este artículo es una traducción del artículo original de Bradford Hollace Priddy.
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