La mente yóguica en la vida diaria - Geeta S. Iyengar
- chandrayogaiyengar
- 12 oct 2022
- 21 Min. de lectura
Actualizado: 28 ene 2023

A nosotros mismos, como practicantes de yoga, a veces nos pasa que no somos capaces de dedicar el tiempo deseado a nuestra práctica debido a otras obligaciones diarias. A veces nos distraemos de nuestra práctica. ¿Cómo puede uno controlar su mente? ¿Qué papel juega la práctica diaria del yoga? ¿Qué es una mente yóguica? Geeta S. Iyengar dio una charla muy práctica sobre estos temas durante el viaje que hizo a los EE.UU. en el 2001. ¡Una charla tan válida hoy como entonces! En esta transcripción editada de su charla, clarifica la composición de citta, la conciencia, y cómo la práctica diaria de yoga transforma nuestra mente; cómo podemos crecer a partir del capital básico, citta, que nos ha sido dado al nacer; dando una metodología clara de cómo trae este cambio la ciencia del yoga.
Todos practicamos yoga, y lo disfrutamos. A veces nos beneficia, otras no sentimos los beneficios. Hacemos esa clase de comparaciones y a pesar de ello continuamos practicando. Si dejamos pasar la práctica por un día sabemos que nos estamos perdiendo algo. Este hecho, por él mismo, nos indica la importancia de la práctica diaria del yoga.
A veces, parece que tenemos muchísimas cosas que hacer pero no logramos hacerlas. A veces, otras tareas asociadas a familia o vocaciones u otras cosas que nos llevan su tiempo y debemos someternos a esas tareas y quitar tiempo a la práctica. Pero, para decirlo sabiamente, si podemos llevar con nosotros a nuestra mente yóguica, en un u otro lugar vamos a decir “sí, podemos practicar, podemos llevar el cambio a nuestro interior”.
Nos acostumbramos a nuestra mente. Sabemos cómo nuestra mente juega diferentes papeles en nosotros. Sabemos de sus fluctuaciones; sabemos que a veces es débil, otras muy fuerte. La mente tiene dos vías, dos caminos. Uno, hacia fuera; otro hacia dentro. Patañjali y Vyasa, el comentarista de sus Yoga Sutras, se refieren a ello. Dice que la mente tiene dos caminos: uno hacia fuera, otro hacia dentro. El primero se llama vyutthana citta, y el otro samahita citta.
Aunque la mente tiene la capacidad de salir, tiene también la capacidad de entrar. Por tanto, vamos a encontrar un camino que es de bhoga y el otro, el del yoga. Vyasa nos cuenta esto y nos alienta a encontrar este camino andando en el sentido adecuado. Si hubiese sólo un camino para entrar, entonces las puertas del yoga estarían cerradas para nosotros una vez hubiésemos salido. Pero no están cerradas, sino bien abiertas.
Como la mente tiene dos direcciones, esto es más fácil de entender. Tomad el ejemplo del paño blanco, donde una marca negra va a ser vista con claridad. Una marca blanca en paño negro también será fácil de ver. Similarmente, como la mente tiene dos direcciones, es muy fácil de entender cúal va hacia dentro y cual hacia fuera.
Ya os es familiar la palabra citta, conciencia. Cuando usamos la palabra mente, nos ponemos el rincón más externo, en la apertura más externa de la conciencia. En cambio, al hablar de “conciencia”, nos referimos a la entera facultad mental. Poseemos inteligencia, sentimos nuestra existencia tanto en relación con el mundo externo como con el interno, y nos referimos a nosotros mismo como “yo”. Cuando me refiero al mundo externo, cuando tengo que ponerme en relación con él , digo “yo soy esto o aquello”. Para ponerme en relación con el interno, digo “yo lo hago así”, “así soy yo”. Y esta “egoicidad”, que todos tenemos, es también parte de la conciencia. Por tanto esta facultad mental, la conciencia, posee inteligencia, egoísmo que llamamos “egoicidad” o “yo-consciente”, y la mente.
Esta citta es nuestro verdadero capital. Nuestra verdadera posesión. Nuestra herencia, nuestra riqueza. La herencia que tenemos en nuestro sí, lo que hemos heredado es nuestra citta o conciencia.
La conciencia, citta, tiene inteligencia, sentido del ego y mente. Es nuestro verdadero capital, nuestra posesión real.
Observad la naturaleza ahí fuera. Ves naturaleza que ha sido controlada, o que algo está sucediendo. Hay alguna energía, algún poder detrás. También nosotros obtenemos ciertas cosas de ese poder y también eso contribuye a nuestra conciencia.
Sabemos que heredamos nuestro cuerpo físico de nuestros padres. La ciencia moderna explica cómo venimos a la existencia. Si el cuerpo se hereda así, debe haber alguna mente, algún tipo de conciencia que también se herede. Esto viene de la inteligencia cósmica, o de lo que se llama egoísmo cósmico: mula prakrti. Si leés enteros los Yoga Sutras de Patañjali, comentados por Guruji, sabrás cual es la explicación completa que él da sobre cómo hemos llegado a esta existencia. De esta mula prakrti, la materia primordial, heredamos la conciencia .
Debemos conocer los antecedentes si queremos conocer la mente yóguica. De otra forma, la primera pregunta sería ¿cómo llega a existir la mente? La conciencia ha llegado a la existencia en la materia primordial gracias a la energía cósmica, gracias a la inteligencia cósmica. Si sabemos todo esto, ya sabremos cómo avanzar y qué estamos haciendo.
Como ya dije antes, citta, conciencia, tiene dos movimientos. Cuando va hacia fuera se llama vyutthama citta, y cuando va hacia dentro se llama samahita citta. La samhita citta está equilibrada, mientras que vyutthama citta está ligeramente desequilibrada porque tiene que ir en direcciones diferentes.
¿Qué son estos canales, y qué caminos tiene para salir?
Tomad el ejemplo de un camino que va de un lugar a otro. Si tenés que volver al origen, tenés que dar la vuelta. El camino es igual, pero tenés que conducir por el otro lado de la raya en la vuelta.
De una manera semejante, también en nuestro cuerpo tenemos un camino y debemos mantenernos en el lado adecuado. No podemos ir al otro lado, nos lastimaremos. ¿Cuáles son esos caminos?
Citta tiene su propia estabilidad, movilidad y luz.
Citta, al haber heredado su “riqueza”, sus propiedades de la materia primordial, de prakrti, está constituida por las gunas sattva, rajas y tamas. Citta tiene sus propias cualidades. En palabras simples, tiene su propia estabilidad, movilidad y luz. Como nuestro cuerpo, la podemos mantener estable.
Están sentados mientras me escuchan. Si se estuvieran moviendo por aquí, no les habría dirigido la palabra. Si estuvieran vagando, no podría haberles dirigido esta conferencia. Yo tengo estabilidad porque estoy sentada. Ustedes están sentados y escuchándome, por lo que tenés un mínimo de estabilidad. Si hace falta, tenemos movilidad. Podemos andar si queremos salir. Nos podemos activar si hay que hacer algo. Por tanto, éstas son las cualidades que funcionan en nuestro interior. Hay algo en nuestro interior que nos guía hacia la estabilidad o la movilidad.
Hay alguna compresión en nosotros, algo de inteligencia en cada uno de nosotros. Hay alguna comprensión detrás de cualquier acción que hagamos, o cuando sentimos que no tenemos nada que hacer. En palabras simples, le llamamos a esto sattva. Las gunas sattva, rajas y tamas están en nuestro interior, aunque sus proporciones puedan variar. Es a partir de estas tres gunas que formamos el canal o el camino para la mente externa. Son el cuerpo físico, el cuerpo fisiológico, el sistema nervioso, el sistema respiratorio, el sistema circulatorio, el sistema digestivo, el sistema excretor y el sistema glandular. Nuestra mente se abre a través de estos canales. Creemos que la mente no es más que un instrumento interno que nos hace funcionar, pero sin embargo tiene estos canales.
Nuestro sistema digestivo nos manda qué debemos o no comer. A veces es muy apetecible pero no adecuado. Nos gusta comer chocolate, pero nuestro sistema digestivo nos manda parar. Por tanto algo de sabiduría. Este es también una clase de canal, que se llama cuerpo elemental.
Este cuerpo elemental está hecho de 5 elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. Todos estos elementos están presentes en cada célula en diferentes proporciones. Esta es la razón por la que las células del estómago difieren de las del riñón, o por la que ambas difieren de las del cerebro. Así es como se forma el cuerpo elemental. Así y todo, tiene los canales por los que la mente puede circular.
Tenemos los sentidos de la percepción: ojos, orejas, nariz, piel y lengua. Estas cinco jñanendriyas tienen sus propios canales por los que podemos degustar, oler, ver, tocar y oír. Por tanto, hay otro canal a través del cual nuestra mente sale y nos podemos comunicar con el mundo externo.
Imaginen una célula y sus orgánulos citoplasmáticos. Consideren la conciencia como una célula con orgánulos. La conciencia se proyecta hacia fuera y luego se difunde: las proyecciones de la mente funcionan como un encargado de relaciones públicas, que nos acompaña a dar una vuelta y nos informa, aquí hay una montaña, aquí el instituto, aquí la gente viene a tomar clases de yoga. Todo esto es comunicado a través de los sentidos de la percepción hacia la mente y la mente proporciona toda la información a la conciencia. Todos estos canales, que van hacia fuera, determinan nuestra relación con el mundo externo. Todo lo que aprendemos, entendemos, vemos o tratamos de recordar viene por estos canales y por esto son llamados vyutthana citta.
La conciencia recibe todo esto y luego debe actuar. Empieza dirimiendo, discriminando qué es qué, lo bueno de lo malo. Hay un tipo de proceso de pensamiento interno que continúa.
Cuando vemos algo, nos exclamamos “es precioso”, la conciencia sabe qué es bello. La conciencia tiene esta facultad especial que puede estar oculta, que quizás no se expone pero que habla internamente. Te interroga con “¿por qué dijiste eso? ¿Dónde querías llegar?” Esta es la facultad mental que trae ciertas cosas de la mente externa y las procesa. Es entonces que la interacción real empieza. En esta interacción vemos que hay algo que nos sostiene y que es llamado conciencia.
Precisamente cuando no queremos que la mente externa se pierda en algo, sentimos citta apelando a la conciencia: “te lo ruego, usa tu juicio, ¿estoy en lo cierto o no?”, “¿debo permitirlo o no?”. Así es como desde la conciencia pensamos en el otro extremo.
Así es como la conciencia nos lleva al yoga. Hay una mente interna que te interroga si querés darte el capricho de bhoga o si querés en cambio pensar en algo más, algo más allá. Esa es la mente, la llamada mente yóguica. Lo que quiero decir es que todo el mundo posee una mente yóguica. No es que alguien la herede y en cambio otro no la tenga. Es por esto que Patañjali dice que la conciencia puede estar en cinco niveles; ksipta, muda, viksipta, ekagrata, nirodha.
Es como las propiedades que heredamos. Solo heredamos lo que nuestros antepasados nos dejan. Hay una limitación. Supongamos que mis padres tuviesen dinero. Puedo heredar solo lo que tienen, puedo esperar solo esa herencia. No puedo esperar otra cosa, nada mayor.
En una manera similar tenemos esta conciencia que es a diferente nivel en cada uno. Tiene su propia pereza, sus propias alteraciones. Tiene su propia capacidad de confrontación, atención, disciplina. Tiene su propia capacidad de adentrarse en dirección contraria a la mente externa. Es esto que heredamos, y aquí empieza la práctica de yoga. No importa siquiera si tenemos muda citta. También heredamos esa mente yóguica. Todos nos comunicamos con esa inteligencia cósmica, que unas veces es muy débil, otras fuerte.
Todos tenemos una mente yóguica, pero en cada uno está a niveles diferentes.
Es en nuestra práctica que debemos explorar cómo podemos crecer aún más, o profundizar. Podemos crecer incluso si empezamos con una herencia limitada. Por otro lado, puede que recibamos una buena herencia pero no podemos vivir de ella toda la vida. Debemos ganar algo. Estudiamos en colegios, institutos, universidades, encontramos un trabajo. Procuramos cómo hacer nuestra propia vida. Buscamos qué trabajo nos interesa más, dónde debemos ir para ello. Así es como construimos un segundo nivel de riqueza. Heredamos algo, y debemos conseguir más. Ambas cosas se juntan en el nivel de la conciencia. Quizás podemos resguardar lo que hemos heredado si luchamos por más. Por eso esta citta se llama citta sampat. La conciencia se llama citta sampat.
Sampat es propiedad o riqueza. Esta conciencia es propiedad nuestra. Es nuestra riqueza, procuramos aumentarla. Ya sabemos todos cómo ganar dinero para incrementar nuestra riqueza externa. Pero, no sabemos cómo agregar riqueza a nuestra conciencia. ¡No se puede comprar mente yóguica en dólares! No se puede comprar esta riqueza. De todas formas, es posible una cierta transacción. Hay un método para adquirirla pero no con dólares ni ninguna otra moneda. Podemos conseguirlo con sadhana (práctica) y abhyasa, y después nos daremos cuenta de cómo crece esta riqueza.
Es aquí que viene ashtanga yoga. Yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi.
Piénsenlo atentamente: si tengo unos pocos dólares en mi monedero puedo comprar en una tienda donde tengan cosas de ese valor. No puedo ir a una tienda mayor, donde no tenga dinero para comprar lo que tienen. Puedo hacer solo compras pequeñas. Puede que sean bonitas, pero sé que puedo comprar sólo lo que es adecuado para mi bolsillo. Para lo que se exceda, diré “Olvidémoslo, es demasiado para mí”.
Podemos incrementar el capital de la mente yóguica por la práctica de asanas y pranayama.
De un modo similar debemos actuar desde yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. No podemos aspirar a todo, porque depende de nuestra capacidad. Cuando se preguntan cómo podemos incrementar esta mente yóguica dense cuenta que tenemos cierto capital en nosotros sobre el cual invertir. La práctica de asana y de pranayama que hacen normalmente es el capital inicial. Debemos investigar cómo incrementarlo. Es sólo entonces que el conocimiento real empieza.
El conocimiento real viene de la práctica de asanas y pranayama. Pero hay más que técnica en las asanas y pranayama que los profesores nos enseñan. Nos dicen cómo hacerlo de una cierta manera, guiándonos en qué es correcto y qué no. Adoptamos estos métodos y los seguimos. Creemos que todo está basado en técnica solamente. La técnica es una parte, como en cualquier actividad hay una metodología para hacerla, y hay que seguirla.
Imagina que tenés que hacer Tadasana. La construís, de pie, intentando ver o sentir la postura, empezás a entender dónde están las piernas, dónde las rodillas, como las estás alineando, como te estirás, si te estás estirando o no, si tus hombros están bien, o tu pecho o las costillas. Así es como el proceso mental empieza, y ajustás tu Tadasana. Cuando la hacés, llega un momento que sentís que estás equilibrado. Dividís en dos, no sólo el peso del cuerpo físico, sino también el de la mente. Cuando estás en Tadasana y el peso está más en el pie izquierdo y la pierna se está endureciendo, y el lado izquierdo del tronco se está colapsando, sentís de inmediato que algo va mal.
Puede que te lleve mucho tiempo corregirte. Eso es otra cosa. Pero sabés que algo va mal. aunque no sepas cómo corregirte. Sabés que algo es incorrecto y debe ser corregido. Cuando pensás así gradualmente estás construyendo la mente yóguica. Significa que has abierto el negocio, que has empezado a ganar tu salario. Puede que sea poco hoy, pero un poco más mañana, y así es cómo construís la mente a través de la asana.
Sentís que cuando hacés posturas de pie estirás el cuerpo, los brazos o doblás, girás, extendés la columna, notas que en algún sitio te enderazas y que el pecho se ha elevado. A veces me decís que has entrado a clase cansado, pero que estás bien después de hacer posturas de pie. A veces cuando entrás tu mente está completamente embotada y sentís como se despierta después. Hasta cierto punto, la depresión que había ha desaparecido.
¿Por qué la vida ha vuelto a vos, y has pasado del entumecimiento a la actividad? Había dolor en la rodilla, y ya no está. Cuando empezás a pensar así ya estás construyendo tu mente yóguica. Si hacés las posturas de pie como corresponde, te verás contento, sentirás que el pecho se ha elevado y te sentirás ligero. La ligereza del cuerpo envía un mensaje a la mente a un nivel diferente, y la mente está también ligera y fresca. Lo que sentías como pesadez del cuerpo era también porque la mente se estaba colapsando. Todos lo han experimentando, aunque quizás no continuamente. A veces, la pesadez no se va en quince días, o en un mes, o en tres meses. Te darás cuenta que el cambio que viene es para quedarse. Así se construye la mente.
Los Upanishads dicen que la mente está hecha de lo que comemos, del karma, de lo que hacemos, y del jnana, el conocimiento que adquirimos. Por eso debemos organizar nuestro pensamiento y nuestros hábitos, y la mente yóguica poco a poco crecerá.
En referencia al conocimiento y al karma, cuando venís a clase y empezás una asana, como mínimo durante esos instantes sos una persona absolutamente diferente. En tu mundo externo, podrás haber discutido, luchado o competido, según la situación en que estés, pero en el momento que entrás a clase todo eso se va. Están todos a un mismo nivel. El objetivo de hacer yoga es diferente del de la mente externa que quiera hacer su camino. El egoísmo va en dirección diferente. Si sos el jefe en una oficina el ego va a un nivel diferente. En el momento que salís de ese trabajo y venís a clase de yoga, tu ego está a un nivel diferente. Si traés a clase ese ego no vas a conseguir nada aquí. Así es como desarrollamos la mente yóguica.
Supongamos que estás haciendo las asanas hacia atrás como Viparita Dandasana, o Urdhva Danurasana o los ejercicios en las cuerdas, todas tienen un efecto diferente sobre la mente aparte del efecto sobre el cuerpo físico. Si observás con cuidado te darás cuenta que, a parte de eliminar la rigidez, el dolor, y de liberar las articulaciones, en verdad conseguís algo más. Es energía vital, un sentimiento de alegría, de elevación desde el interior. Todo esto en realidad está para construir nuestra mente yóguica. Experimentarlo es lo más importante.
Queremos ver los efectos y punto. Tomamos eso como beneficio. ¿Qué me va a dar? ¿En qué me puede beneficiar? Considerás a este nivel los efectos de asana y pranayama. Pero, si examinás la experiencia de cada asana y pranayama te darás cuenta que estás consiguiendo más.
No te limites a los beneficios de asana y pranayama, sentí la experiencia de asana y pranayama, observá cómo cambia la mente.
Además de librarnos de enfermedades y problemas, se experimentan otros beneficios. ¡La mente cambia! La mente se beneficia. Conseguís felicidad de la mente, y también calma. Seguro que has experimentado que de repente la actividad del cerebro se aquieta cuando hacés Sarvangasana. Hacés Ardha Halasana y verás que la mente entra en un estado adormecido como si estuvieras en la cama. Sentís que ya no pertenecés a este mundo, cuando hacés Savasana. Todas estas experiencias vienen a ustedes con la conciencia que han adquirido.
Creo que al llegar a este punto les puedo decir lo importante que son los métodos que Guruji nos ha dado, los diferentes estilos de hacer cada asana que nos ha enseñado; a veces harás posturas de pie contra la pared, a veces en el tressler, a veces sin soporte. Te sentís feliz de haber conseguido algo, y de repente saltás al equilibrio sobre los brazos y sentís que viene la ligereza, la completitud interna. ¿Qué es todo esto? ¡Tenemos ya tanta riqueza!
Podés imaginar qué escasa sería nuestra riqueza o propiedad si nos hubiesen enseñado solamente Sarvangasana, un poco de Halasana y Bhujangasana como se describe en los primeros libros. Como mínimo ahora la gente toma las asanas de Light on Yoga. Todos los métodos y técnicas que tenemos en nuestras asanas, cada uno de los detalles en el proceso de hacer una asana o pranayama, es un regalo, una riqueza que no ofrece Guruji. Si no tuviésemos eso quizás todo habría quedado en nada.
Guruji enseña a la gente mayor Trikonasana de una manera diferente. Dice “Podés mantener las manos sobre un ladrillo, o ponerte contra la pared, para hacerla”. Si se trata de un niño dice “Saltá conmigo y hacelo rápido”, para que reciba los beneficios como la persona mayor, que la hacía contra la pared. Así vamos sintiendo diferentes cosas, experiencias en forma de riqueza que tenemos ya.
Como citta sampati, hay también kaya sampati. Kaya es el cuerpo y sampat es la riqueza. El cuerpo tiene su propia riqueza, como fuerza y resistencia, sus propias capacidades, sus propias habilidades. ¡Sus dólares! Podemos incrementar también esta riqueza con la práctica regular. Hay en verdad un cambio en nosotros cuando practicamos durante algunos años.
En cambio, hasta aquí conduciendo, me han contado que esta es una ciudad de iglesias y bares. Yoga y bhoga están aquí, iglesias y también bares. En cada esquina hay uno u otro. Por tanto es decisión nuestra si ir al bar o a la iglesia. Ciertamente, la mente y la práctica yóguica le hacen ir a uno hacia la iglesia y no hacia el bar. Así es como viene el cambio. Podemos discernir claramente entre esto y lo otro; si queres tener experiencias espirituales, las más altas, o bien las más bajas. Esto nos lo trae la práctica.
Toma por ejemplo yama, niyama y asana. En la ciencia del yoga, sabemos cuales son los yamas; ahimsa, satya, asteya, bramacarya, aparigraha. Estas son palabras mayores, y te asustás. Como seres humanos, no podemos decir que vamos a seguir estrictamente ahimsa, no-violencia, o que diremos siempre la verdad. A veces debemos mentir. Si no hubiese querido venir, hubiese dicho algo como “Por favor perdonenme, no me siento bien”. Patañjali dice que estas son las cinco cosas que debés seguir. Tiene su base, y la mente yóguica se construye a partir de ahí.
Aparigraha es no acumular. No querés acumular o guardarlo todo. Imagina que seguís unos ciertos hábitos, vivís de una cierta manera, que dejás lo no necesario y guardás lo necesario. Si seguís esta clase de razonamiento es que estás ya en el camino de yama. Esto nos da una cierta comprensión de aparigraha. Pero si no está esa comprensión eso significa que no vas por buen camino. Podemos decir que no somos capaces de juzgarnos a nosotros mismos. Así es como debemos filtrar nosotros. ¿Cómo lo desarrollamos? A través de asana y pranayama.
Bramacarya es el control de nuestros deseos, nuestras voluntades, el control de las urgencias que tenemos. Si queremos ese control, lo debemos conseguir también por la práctica de asana y pranayama. Si pensás realmente en tu bien, el cambio ocurre en una gran extensión.
Es difícil ir marcha atrás. Podés conducir muy rápido, pero al ir marcha atrás tenés que frenar. Si sos vos mismo que querés retroceder, debés pensar cuidadosamente. Debés buscar en qué dirección ir, y mirar si hay sitio. Hay que mirar en qué momento y lugar se puede retroceder. La mente yóguica es como mover un coche marcha atrás. El proceso está equilibrado de tal manera que el coche nunca se para, siempre se mueve. En asana y pranayama, debés avanzar para poder retroceder. Así es como asana y pranayama le construyen a uno moralmente, físicamente y mentalmente.
Por eso Guruji nos pide que no abandonemos nunca la práctica de Sirsasana y Sarvangasana. Y si no conseguís hacerlas, como mínimo un poco de Setu bandha Sarvangasana, o como mínimo Viparita Karani. Puede que tengas problemas físicos para hacer algunas cosas, pero él ha insistido en estas asanas. Nunca nos dice no las hagamos. Las posturas invertidas tienen un gran control sobre nuestra mente, el sistema endocrino y nuestro sistema mental completo. Este es el mayor regalo de Guruji. Puede que no practiquemos todas las asanas diariamente, pero sin embargo hay que hacer las invertidas con regularidad. Cuando conseguís un cierto nivel en la práctica tenés que empezar tu práctica de Pranayama.
La práctica de las asanas invertidas tiene un gran control sobre la mente, el sistema endocrino y todo el sistema mental interno.
Dice que no hace falta la práctica del pranayama a los principiantes. Pero cuando un principiante alcanza un cierto nivel, debe practicar un poco de pranayama, aunque sea durante Savasana. Aquí, nos enseña cómo entender nuestra mente. Si te limitás a activarte, no sabrás como estabilizarte. Si hacés tu mente móvil, rápida, durante todo el rato, no sabrás como calmarla y aquietarla. Un cierto equilibrio debe venir a la mente a través de la práctica. Por nuestra práctica, cuando conseguimos algo, debemos saber sus efectos. No es sólo la lista de efectos que está en el libro. Debemos investigar por nosotros mismos los efectos en nuestro sistema mental.
A veces nos llegan dolores y problemas mientras practicamos, pero todavía queremos continuar. Dolor y problemas pueden llegar en un cierto nivel de práctica pero así y todo sabemos que vamos a ir más allá. Así es como se forma la mente yóguica.
Tenemos que ver cómo formamos esta mente yóguica en nuestra vida diaria. Puede que tengamos una hora o dos, o lo que sea, para practicar. Depende de la capacidad de cada uno. Alguien con muda citta o viksipta citta no querrá hacer nada, a esos pedile un mínimo de 15 minutos para hacer algo. Hay algunos que trabajan solo físicamente y muy fuerte, sino dicen “me oxido”, a estos le decís “va bien”, les pedís que hagan asanas con saltos y en 5-10 minutos se sienten recargados. Hay algunos que son perezosos y no quieren hacer nada de nada. A ellos les decimos, “bueno, acostate en el banco de Setu bandha, después en el banco de Viparita Dandasana, y quedate en Supta Baddha Konasana”. La pereza se va cuando empezás a hacerlo. Si querés movilidad o una mente activa, la podéis conseguir. Si querés una mente pasiva, también. Esto está basado en la experiencia.
Cualquiera que sean las sensaciones conseguidas en una o dos horas de práctica, debés llevarlas encima en tu vida diaria. Aquí empieza la disciplina.
No os podés levantarte a medianoche y decir “bien, me da ganas de hacer unas cuantas asanas, voy a hacerlas”. Hay cierto camino, un proceso, y restricciones. Se debe haber comido cuatro horas antes. No podés tomar algo y al cabo de una hora empezar a practicar asanas, porque no estarás preparando tu mente yóguica. Esa comida estará preparándose para el cuerpo físico. Se necesita comida en primer lugar para este cuerpo, el cuerpo elemento, el cuerpo celular. Empezás a darte cuenta de eso. Imaginen que han comido algo de difícil digestión; si no son capaces de digerirlo ni siquiera después de mucho tiempo, sabrán que falta algo en tu práctica. No podrás hacer ciertas cosas. Te darás cuenta que “no debería haber comido eso si mi cuerpo me decía que no lo hiciese”. Puede que te gustara, pero tu cuerpo te estaba previniendo en contra.
Así es como tu citta samptat, tu conciencia, te da cierto conocimiento y empezás a cambiar. Entonces viene cuando decís “No puedo comerlo. Sí, acaso lo comeré el domingo, cuando me tomo un descanso en mi práctica”. En la vida diaria, querés comida simple. A pesar de que hablo sólo de comida, la mente debe construirse por la práctica. Eso significa que alimentás la conciencia a través de estos canales externos que la conciencia digiere.
Todo lo que practicamos en el día a día, nos coloca a un nivel diferente. Así es como citta incrementa la riqueza heredada del cuerpo de nuestros padres, la materia primordial. Empezamos con la riqueza de la materia externa primordial, la hacemos llegar a la conciencia.
Nuestra práctica deja huella en nosotros. Incluso si experimentamos silencio en Savasana durante un tiempo, esa huella será llevada por la conciencia. El vyutthana citta, la conciencia externa, se empieza a cargar con samhita citta, que nos lleva hacia dentro.
El proceso de adquisición de las impresiones os hace llevar las propiedades de nuestra práctica y la consciencia queda cargada. Por encima de la consciencia está la conciencia o viveka, la que discrimina lo que es bueno de lo malo, qué es mentira, qué es o no es real. Es filosofía, y nos sucede en el día a día.
Imaginen que deben elegir entre ir al teatro, al cine, a un concierto o a clase. Si tienen impresiones correctas la mente dirá “vayamos a clase”. O dirá “como hoy no puedo ir a yoga porque coincide con el concierto, mejor que acabe la práctica por la mañana. Luego iré al concierto”. Eso significa que estás llevando estas huellas porque la mente no es capaz de cambiar de repente.
La mente también debe cambiar gradualmente, como alimentamos un niño, poco a poco. Incluso si querés que tu hijo esté fuerte y tenga buen aspecto, no vas a empujar la botella entera de leche en su boca. Sabés que no es la manera correcta de hacerlo. Alimentás al niño poco a poco, y según su hambre. Así debemos alimentar nuestra mente. No podés convertirte en yogui en un santiamén. No podés ser un yogui top class de la noche al día. Podés decir de vos que sos uno de los mejores músicos o artistas, pero ningún yogui va a decir “soy un top class”, porque no hay yoguis top class.
Tu mente debe ser construida gradualmente. No podés, de repente, convertirte en yogui.
Cuando vino Guruji nunca dijo que era el mejor, ni “aprendan de mí”. Dijo “esto es lo que yo sé, haganlo y les va a ir bien como me ha ido a mi”. Dijo “esta es mi experiencia, deberías probarlo y ver si también conseguís algo”. Nos transfirió todas esas experiencias, todo lo que había sentido, aprendido y entendido. De esta forma debemos construirnos. No se trata del número de horas de práctica.
Podés practicar durante muchas horas, pero entonces debes preguntarte si sos capaz de asimilarlo. Es como hacer experimentos en un laboratorio. Averiguás qué componentes necesitás y cómo reaccionan. Entonces, anotás y estudiás. Cuando lo necesitás, tratás de recordarlo. Así mejora nuestra práctica de la química. No vas a aprender si te quedás en el laboratorio durante 24 horas.
De modo similar, debemos ver como, por el aspecto práctico de asana y pranayama, planificar el programa para todo el día. Tenés que cuidar de la familia, del trabajo. Debés procurar que aunque te comprometas con el trabajo, internamente te mantengas libre. Lo que quiera que haya que hacer, debe hacerse adecuadamente. Imagina que trabajás en una oficina, lo tenés que hacer bien. No hay alternativa. Pero hay que tener la mente imparcial, libre. Tiene que ir hacia atrás para ir hacia la práctica yóguica.
Debés procurar levantarte a la mañana para hacer algo de pranayama. Después, puede que tengas un día ocupado sin un segundo ni para respirar. Cuando tengas tiempo para respirar, debes respirar por la mañana y hacer algo de pranayama, y conseguir algo de energía.
A través de la energía construida por nuestra práctica, sabrás si has experimentado calma de verdad, quietud mientras hacés pranayama, y la podés mantener durante todo el día. Vas a estar menos perturbado. Tendrás energía para trabajar. Así tenés que construir la mente yóguica.
La mente debe gravitar hacia el yoga. Entonces descubrirás una libertad interna en tu práctica.
La práctica no es un peso muerto en nuestra mente. La forma muy disciplinada de planear el día, para dar tiempo a lo que queremos, nos dice que tenemos ya samkaras yóguicas. No se trata de pensar en ahimsa, no violencia, y hacer propaganda de ello con un cartel en la calle. Debemos buscar en nosotros mismo como tratamos con los otros, si somos violentos o no. ¿Perdí los estribos por ninguna razón, o por algo de verdad? Si ves a alguien en esa situación, pregúntate qué hubieses hecho vos en su caso. Así es como hay que razonar.
Amigos, espero que entiendas lo que estoy diciendo. Cómo debemos llevar nuestra mente yóguica. Uno viene al yoga como herencia, sino nos negaríamos a entrar. Yoga no rechaza a nadie, nunca dice a uno sí y a otro no. Además, Guruji nos ha dado un método gracias al cual podemos heredar mucha riqueza del yoga. Debemos aprender cómo lo experimentamos y cómo lo sentimos objetivamente en nosotros. Debemos ver cómo unimos la propiedad heredada y la adquirida, y como crecemos y nos disciplinamos. Si practicas de verdad la mente disciplinada no permite la entrada a la mente indisciplinada. Por tanto, todo depende de que parte pesa más. No podemos ir bien si tenemos más mente indisciplinada que disciplinada. La indisciplinada gana. Para que la disciplinada sea más fuerte, debemos construir adecuadamente nuestra práctica. Así debes practicar. Es por esto que practicamos.
Hay Karma (acción) suddhi (purificación), hay ksya (cuerpo) suddhi, mana (mente) suddhi, citta (consciencia) suddhi. La mente yóguica crece con el proceso de purificación, de filtraje. Lo que queda después de filtrar, es la mente yóguica. Así es como uno debe aprender, debe comprender. Continúa practicando, continúa en acción y observa dónde va el peso, si a la mente disciplinada o a la indisciplinada. Y quizás verás que has empezado ya a disciplinarte. No sos como antes. No te compares con otros, sino con vos mismo. Es por eso que dije antes “un yogui no dirá nunca que es el mejor”:
Has heredado tu consciencia de acuerdo con tu capacidad, pero debés incrementarla. Todos podemos incrementarla porque tenemos una guía clara, de Guruji y Patañjali. Si entendemos esto, me parece que habremos entendido mucho. Así es como debemos crecer y adquirir esta mente yóguica, siguiendo un modo de vida correcto. El mundo puede que haga cualquier cosa, pero si somos sabios podremos juzgar. Si nuestra citta sampat es fuerte nuestra conciencia será muy fuerte y podremos discriminar de manera correcta. Manteniendo esto presente, roguemos al Sabio Patañjali que heredemos e incrementemos nuestra riqueza, el yoga sampat.
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